Antonio Machín - Dos gardenias (1945)

 Antonio Machín - Dos gardenias (1945)


Antonio Machín - Dos gardenias (1945)

Antonio Machín, el hombre que nos regaló dos gardenias y pidió que pintaran angelitos negros.

“Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir, te quiero, te adoro, mi vida…”. ¿Cuántas veces has escuchado al inolvidable Antonio Machín ofreciendo estas flores a su enamorada mientras suenan las famosas maracas? Es probable que hayas perdido la cuenta, pues es una de esas canciones eternas que siempre serán recordadas, al igual que otros temas de este cubano nacido el 11 de febrero de 1903 como El manisero, Angelitos negros o Aquellos ojos verdes.



En el aniversario de su nacimiento en Sagua la Grande, recordamos a uno de los reyes de la música cubana que pasó buena parte de su vida en nuestro país, donde falleció el 4 de agosto de 1977, concretamente en Madrid.

Antes de pasar a recordar sus logros frente al micrófono, hay que echar un vistazo a su infancia, pues formó parte de una familia numerosa y de pocos recursos en la que convivía con otros 14 hermanos y con sus padres, un emigrante gallego llamado José Lugo y una afrocubana de nombre Leoncia Machín.

Los escasos ingresos hicieron que Machín comenzara a trabajar muy pronto, dedicándose a diversas labores, aunque a él lo que le atraía era la canción. Influenciado por el amor de su madre a la música, el joven Antonio quiso dedicarse a la ópera, aunque el hecho de ser mulato le iba a suponer un freno en aquellos tiempos. Además, a su padre no le parecía demasiado adecuado eso de vivir cantando.

Como suele suceder en estos casos -pues de lo contrario hoy no conoceríamos las dotes cantantes de Antonio Machín- no se rindió en su deseo y se trasladó a La Habana a los 23 años. Una vez en la capital no tardó en hacerse un hueco con actuaciones en pequeños locales acompañado siempre del guitarrista Miguel Zaballa.

Ya sea por suerte o porque una voz como la suya no podía pasar inadvertida, Machín conoció al director Don Azpiazu, que decidió convertirlo en segundo cantante de su orquesta. Sin duda eso le abrió las puertas a mayores oportunidades, pues empezó a ser escuchado por personajes más relevantes y en lugares de mayor renombre. Es a finales de la década de los 20 cuando comienza a tener éxito con sus interpretaciones de Aquellos ojos verdes y El manisero. Sin embargo, lo que realmente da un vuelco a su carrera es su viaje a Nueva York (Estados Unidos) en 1930 como parte de la orquesta de Azpiazu.

De Nueva York a París

Es en “la ciudad que nunca duerme” donde sus canciones tienen un gran éxito entre el público hispanoamericano y donde se consolida como figura. Su relevancia en el tipo de música que abanderaba le llevará a viajar por Europa. Reino Unido, Suecia y, sobre todo, Francia serán los destinos de Machín y su orquesta. Eso sí, es en París donde tuvo una mayor repercusión.

Sin duda la década de los 30 fue la más importante del cantante cubano a nivel mundial… hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial y lo cambió todo.

Vida en España

La contienda bélica que haría tambalearse al mundo supuso un claro freno en la trayectoria de Antonio Machín, que ante la entrada en guerra de Francia, decidió trasladarse a España, el país de su padre, pues no iba a tomar parte en el enfrentamiento entre las principales potencias mundiales. Claro que cuando llegó a nuestro país se encontró con una situación caótica y muy complicada. La Guerra Civil acababa de finalizar y nada era sencillo en una España devastada por el conflicto. No obstante, Machín terminó residiendo en Madrid, aunque se casó con María de los Ángeles Rodríguez en Sevilla, en el año 1943.

Como no podía ser de otro modo, su voz terminó abriéndose paso y poco a poco se volvió a convertir en uno de los cantantes más reconocidos, especialmente dentro de nuestras fronteras, donde fue acogido con tal cariño que ya nunca las abandonó para vivir en otro sitio.

Sus famosos ‘Angelitos negros’

De su carrera en España la canción más representativa fue Angelitos negros, aunque hay que señalar que grabó más de 60 discos y que se adaptó de tal modo a nuestras costumbres que terminó sintiéndose tan español como cubano. Es por ello que Antonio Machín sea tan conocido por estos lares y que incluso la gente se refiriera a sus célebres maracas. Porque estar como las maracas de Machín (o moverse más que las maracas de Machín) es un dicho popular cuando nos referimos a alguien que se comporta de un modo muy alocado o desordenado.

El fin de los días de este cubano tan español llegó en el año 1977, a los 74 años, poco tiempo después de su última presencia en el escenario, cantando y sonriendo mientras su inconfundible voz regalaba a los espectadores las mejores canciones de su extenso repertorio.


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