Bambino - Reirse (1968)
Bambino - Reirse (1968)
Miguel Vargas Jiménez, conocido artísticamente como Bambino (Utrera, 12 de febrero de 1940-ib., 5 de mayo de 1999), fue un cantaor a compás de flamenco, renovador de la denominada canción aflamencada.
Miguel Vargas Jiménez nació en la calle Nueva de Utrera el 12 de febrero de 1940. Fue el tercer hijo del matrimonio gitano formado por Manuel Vargas Torres «Chamona», y Francisca Jiménez Ramírez «Frasquita», hija de Diego «el de Gaspar» y hermana de Manuel de Angustias. Los Jiménez eran conocidos en Utrera, sobre todo, porque tenían una tabla de carne en el Mercado de Abastos. Miguel estudió en las Escuelas Salesianas de Utrera y formó parte en su infancia del Coro de Consolación, en un anexo al santuario que acoge a la patrona de la ciudad. En su adolescencia ejerció el oficio de peluquero junto a su padre y en otras barberías utreranas. Ya por entonces, mediados de los años cincuenta, se sentía atraído por el cante y por el baile flamenco. Participaba en las fiestas familiares de la comunidad calé, organizadas con motivo de bodas, bautizos o dichos que tenían como protagonistas a parientes cercanos.
En torno a 1960 surge el apodo de Bambino. En un potaje gitano de Utrera presenció la actuación de Diego «el de Gloria», un cantaor de Jerez, primo de Antonio Mairena, interpretando por rumbas una versión de Chiquillo, un tema melódico grabado por Gloria Lasso, a su vez una versión de la canción napolitana Guaglione de Renato Carosone. Miguel Vargas incluyó esa rumba en su repertorio juvenil y sorprendió a sus paisanos con una interpretación en la que mezclaba cante y baile. Los coros de la canción repetían «Bambino, Bambino» y poco a poco, tras cantar y bailar el tema asiduamente, Miguel Vargas Jiménez fue convirtiéndose en Bambino.
Con el nombre artístico fijado, Bambino actuó en Utrera y en localidades cercanas. A mediados de 1961 ya formaba parte del elenco de La Venta de Antequera (Sevilla) y en el otoño de ese año fue contratado por el torero Gitanillo de Triana para debutar en Madrid, en el tablao El Duende, del que era dueño junto a su suegra Pastora Imperio. Tras el paréntesis del servicio militar, realizado hasta mediados de 1963 en el Regimiento de Artillería Antiaérea n.º 74, de Jerez de la Frontera, volvió a Madrid y actuó en El Duende como cantaor del cuadro flamenco. Durante su estancia en Jerez, el maestro Antonio Gallardo Molina, habitual letrista de La Paquera de Jerez, le compuso «Bambino Piccolino», un tema que grabaría en su primer vinilo, con Antonio Arenas a la guitarra, en 1964.
De El Duende pasó a Los Canasteros, el tablao de Manolo Caracol, ya como cantaor solista, y a continuación a Las Cuevas de Nerja, para concluir su periplo madrileño en Torres Bermejas, donde permaneció hasta finales de los años sesenta, alternando frecuentes giras nacionales con grabaciones discográficas y actuaciones en tablaos, teatros y discotecas. En marzo de 1967 participó junto a Paco de Lucía, Flor de Córdoba, Carmen Jara y los Beduinos de Cádiz en el espectáculo Pregón gitano, de Rafael Farina, en el Circo Price de Madrid. En el otoño de ese año intervino como colaboración especial en La Feria del Terremoto, contratado por Dolores Vargas. Cuatro años más tarde, en 1971 Bambino protagonizó en el Teatro Calderón de Madrid el espectáculo Embrujo gitano, junto a Marisol Reyes, los Chimberos y el bailaor Faico.
Bambino (en el centro) junto a él, de izquierda a derecha, Curro de Utrera, Enrique Montoya, Perrate de Utrera (sentado) y Fernanda de Utrera.
Desde 1964 hasta 1996 Bambino grabó quince elepés y una treintena de discos de dos y de cuatro canciones. Fueron ciento setenta y seis temas en total los que editó la industria discográfica a lo largo de toda su carrera. En sus diversas etapas contó con la dirección musical de Alfonso Carlos Santisteban, Juan Solano, José Luis Navarro, Manuel Sánchez Pernía, Gonzalo García Pelayo y Emilio Gallardo. Con la estricta compañía de percusión, guitarras y palmas, Bambino ofreció, bajo los patrones melódicos de la bulería y de la rumba, una fiesta flamenca de inequívoco sabor utrerano. Boleros, tangos, cuplés, rancheras, baladas y coplas cambiaron de registro para aflamencarse en la voz de Bambino, sin olvidar sus interpretaciones de bulerías cortas que procedían del acervo popular utrerano y que su madre, Frasquita, le transmitió. Consiguió el éxito gracias a la colaboración de músicos como Paco Cepero, Enrique Escudero, Paco de Lucía, Enrique de Melchor, Paco de Antequera, Pepe Priego y muchos otros.
El estilo de Bambino es personal e inconfundible. Ha sido denominado «cultivador de la rumba dramática», también se ha señalado «su exasperada forma de meter por bulerías la ranchera, el bolero o el cuplé que no ha sido ni será igualada», así como su interpretación «de esa melodía cargada de sentimientos en el rincón más sutil de la música flamenca», para terminar apuntando, en palabras de Ramón Vendrell, que «era el príncipe de la rumba fatal»6 Bambino, en definitiva, imprimió un sello personal a la rumba y a la bulería, conjugando dramatismo, pasión y sinceridad en sus interpretaciones.
A principios de los años 90 Bambino abandonó Madrid y se instaló en Utrera. Ya había actuado en diversas ediciones del Potaje gitano, de hecho fue homenajeado en la edición de 1975 y protagonizó el XI Festival del Mostachón del 28 de octubre de 1995. Vivió el cantaor en la casa que compró para su madre con las primeras pesetas ganadas en Madrid. Sus actuaciones se espaciaron, quedando reducidas a peñas flamencas y a locales de ocio de Sevilla y sus alrededores. En 1991 murió su hermano Diego y en 1993 su madre Frasquita. Recibió homenajes en el Teatro Imperial de Sevilla el 29 de enero de 1997, en el Teatro Reina Victoria de Madrid el 16 de abril de 1998 y en el Teatro Enrique de la Cuadra el 30 de abril de 1999.
Su voz, tras treinta años de galas y actuaciones, le fue definitivamente abandonando y cinco días después del último homenaje, el 5 de mayo de 1999, a consecuencia de un cáncer de garganta, falleció en la casa de su hermana María en el barrio de El Tinte de Utrera. Al día siguiente fue enterrado —tras un funeral en la iglesia de Santiago al que asistieron más de dos mil personas— en un nicho del cementerio municipal.
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